Conversamos con el analista electoral, Jorge Montecino, respecto de las consideraciones que debe tener un candidato a Alcalde y Concejal en las elecciones municipales 2012, en un año marcado por las demandas ciudadanas y la baja aprobación de la clase política.
¿Qué debe considerar un candidato a Alcalde o Concejal para las elecciones municipales 2012?
Lo primero, es que Chile durante el año 2011 definitivamente cambió. Por tanto, el empoderamiento ciudadanos exigirá demandas más complejas y de mayor calidad.
Segundo, de ser aplicada la inscripción automática y el voto voluntario, demandará de parte de los candidatos una seducción adicional hacia el votante, por que la presión de la obligatoriedad ya no existe.
Tercero, se requiere un mensaje comunicacional audaz y provocativo, pero a la vez, coincidente con las demandas ciudadanas en temáticas como la educación, el medio ambiente y la participación de las personas en los asuntos públicos.
¿Qué es un mensaje audaz y provocativo?
Me refiero a un mensaje que indique un cambio real, que deje de lado la complacencia que muchas veces demuestra la clase política, sobre todo considerando el nivel de critica a que se han expuestos los políticos durante el año 2011.
¿Qué valoran las personas de un candidato?
La gente exige que los candidatos sean honrados y cercanos. Eso es lo primero. Sin embargo, y luego de un año marcado por las movilizaciones sociales, se exigirá a los Alcaldes y Concejales, una mayor capacidad de gestión en las demandas y sobre todo, que cumplan sus promesas de campaña. Una de las explicaciones de la baja en la encuestas por parte del gobierno, se refiere a promesas electorales no cumplidas.
¿Se producirá una renovación de nuevos candidatos?
No hay duda alguna que existirán nuevos candidatos, algunos de los cuales han esperado por muchos años que los “generales de la política” decidan retirarse y dejen el poder. Además, las personas están cansadas de ver los mismos rostros durante 20 años. Se requieren nuevos liderazgos, y nuevas personas que venga a refrescar la política.
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